Bernard Cornwell es de esos escritores que sonríes cuando acabas un libro suyo. Agradable de leer, interesantes las temáticas de las novelas y con un estilo directo, claro, sencillo y muy efectivo. En mi opinión, el libro puede estar destinado a ser uno de los títulos clásicos de novela histórica, como muchos trabajos realizados anteriormente por su escritor ya lo son hoy en día.
Enmarcado en la Guerra de los Cien Años nos narra las vicisitudes de Nicholas Hook, un arquero inglés que el autor lo presenta como la
contrapartida de Juana de Arco, debido a su conexión divina con los
santos san Crispín y san Crispiniano. Quizá uno de los defectos (o no) más
claros de Cornwell es su chauvinismo (reflejado también y muy claramente
en la saga de Sharpe). Nos muestra a unos ingleses nobles y valerosos y
a unos franceses despiadados y crueles, si bien en ésta novela no es tan
palpable como en otras del mismo autor. La narración nos lleva desde que el joven Hook ha de salir apresuradamente de su país natal y es reclutado para luchar en Francia, el
asedio de Soissons y masacre, hasta su posterior participación en la campaña que realizó Enrique V en el año 1415 para afianzar los
derechos sobre las tierras francesas. El asedio de Harfleur es uno de los momentos memorables así como la continuación de la campaña, hasta que el ejército inglés es interceptado en su
camino hacia Calais por los franceses y culmina con la batalla de Azincourt, que da nombre al libro en cuestión. Durante la novela también narra una historia de amor entre Hook y una joven francesa, la cual no tiene excesiva trascendencia e importancia para la historia.
Acaecida el 15 de Noviembre de 1415, ha sido declarado uno de los mayores éxitos militares ingleses y en contrapartida, una de las mayores debacles bélicas francesas de la historia (los franceses perdieron una cantidad insultante de nobles y personalidades de alta alcurnia). La batalla enfrentó a unos 35000 efectivos franceses, confiados en una victoria fácil, por 6000 ingleses, muchos de ellos enfermos, famélicos y agotados por la marcha y anteriores combates y que de ese total, 5000 eran arqueros, los cuales alcanzaron una gloria y protagonismo sin parangón durante la batalla. Los franceses por su parte, contando con una proporción a su favor de más de un 5 a 1, cargaron con su caballería a través de unos terrenos de labranza enlodazados por las copiosas lluvias de días anteriores. Cornwell nos describe como los franceses, con los yelmos calados y en un terreno absolutamente impracticable debido a la torpeza con la que se movían los caballos y los hombres con las pesadas armaduras, cargan prácticamente a ciegas, recibiendo una mortal lluvia de flechas (los arqueros ingleses iban armados con el temido arco largo, capaz de perforar prácticamente cualquier armadura). Al formar ambos ejércitos entre dos bosques, facilitó también la concentración de flechas en los objetivos franceses, que debido a su amplia línea de batalla eran los auténticos perjudicados del despliegue en ese sitio y de esa manera. Muy interesante la nota histórica que aporta el autor referente a la batalla al final del libro.
Estamos ante una novela fantástica, entretenida y accesible para cualquiera y en la que el escritor mantiene su estilo. Con ella, Cornwell vuelve a consagrarse como uno de los escritores icono de éste tipo de novelas y también asiduo en mis estanterías. Vale la pena.
Batalla de Azincourt (1415) |
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